dios hace un regalo al mundo

JESÚS: REGALO DE DIOS

Para comenzar este escrito, el cual es el primero de este blog, pensé en una palabra: REGALO.

¿A quién no le gusta recibir un regalo? Y cuánto más si ese regalo es o contiene algo que resulta ser maravilloso y no lo esperábamos.

¿Un buen regalo para mí? Un anillo de plata o un libro de Max Luccado. Recuerdo cuando se acercaba el día del niño y fui a comprar el regalo para mi hijo. Por supuesto, tardé más de lo previsto ya que tenía muchas opciones frente a mí y comencé a pensar que todos eran fabulosos, que cada juguete le encantaría. Finalmente escogí uno. Cuando estaba pagando vi los papeles envoltorios, así que agregué uno a mi compra. El día anterior le dije a mi pequeño: “mañana es el día del niño y vas a recibir un regalo”, a lo cual él me respondió: “¿y de qué color es el papel?”

5 rollos papel de regalo

Es interesante porque los niños siempre consideran detalles que para los adultos no tendrían demasiada importancia.

¿Un buen regalo para vos?

Ahora pensemos… ¿el mejor regalo del mundo? La respuesta a esa pregunta, sin importar quién seas o dónde te encuentres, es una sola para todos: Jesús.

Sí, Jesús es el regalo de Dios Padre para la humanidad. Nos envió a su Hijo y lo hizo por la razón que un padre da regalos a sus hijos: por amor.

La Biblia lo dice así: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16- RVC).

Es que Dios es mucho mayor que nosotros y pensó en LA ETERNIDAD, algo que deberíamos detenernos a pensar: esta vida que vivimos en este cuerpo un día pasará ¿lo has considerado? Tal vez no lo tomamos en cuenta hasta que algún ser querido, alguien de nuestro entorno “parte de este mundo”, aún más si es algo repentino o trágico y nos consuela pensar que “se fue con Dios”. Recientemente pasé por una situación así, y fue un golpe muy fuerte porque vi la muerte pasar de cerca y se trató de una persona joven. Es en momentos como ese cuando nos encontramos en una encrucijada, en un de repente que conmociona.

La Biblia lo describe así: A decir verdad, nosotros los mortales no sabemos cuándo nos llegará la hora. Somos como los peces cuando caen en la red artera, o como las aves cuando caen en la trampa: cuando un mal momento nos sobreviene, quedamos atrapados (Eclesiastés 9:12- RVC).

 Entonces… ¿qué será de cada uno de nosotros? ¿a dónde irá nuestro espíritu y alma a pasar la eternidad? Pues bien, eso dependerá de la FE que podamos ejercer en esta vida, en este tiempo, en el día a día.

¿Sólo se trata de fe? En esencia sí, por ello la Biblia enfatiza la idea de CREER EN ÉL.

Creer en Jesús es algo tan personal que comienza en el corazón. Para que lo entendamos mejor, en la Biblia se menciona la figura de que Él se encuentra llamando a nuestra puerta, si oímos su voz y le abrimos la puerta de nuestro corazón, su promesa es que él entrará en nuestro ser y hará morada en nosotros (Apocalipsis 3:20). Por supuesto, Él es un Señor, no nos obligará a nada, no lo hará por la fuerza, solo entrará si le rendimos nuestra voluntad y le entregamos el gobierno de nuestra vida.

Ahora bien, en la práctica… ¿cómo se le abre la puerta del corazón a Jesús?

En Romanos 10:8-10 encontramos la respuesta:

Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (RVR 1960).

Se trata de dos acciones fundamentales: creer y confesar. Fijate en la conexión directa entre el corázon y la boca.

Dios está tocando la puerta de tu corazón. Te invita a creer que Jesús vino al mundo como el regalo perfecto. Un regalo cuyo envoltorio no fue papel, sino humanidad: su Hijo Jesús. Pagó en la cruz por nuestros pecados, para que podamos recibir perdón y vida eterna. Jesús no vino solo a dar buenas enseñanzas, a ser un gran maestro o un profeta. Él vino para ser el Salvador del mundo, de todos y cada uno de nosotros, “para que no se pierda” nuestra alma. Por esta causa tuvo que morir: murió por nuestros pecados en la cruz. Pero también resucitó. Y hoy… ¡Está vivo!

Si crees esta verdad, entonces ahora debes decirlo con tu boca… ¡con palabras!

Si estás preguntándote…”¿Cómo lo hago?”, pues bien, lee la siguiente oración y luego dila en voz alta con convicción:

Dios Padre, te doy gracias por el regalo de la salvación. Entiendo y creo que por amor diste a tu único hijo Jesucristo para salvarme. Hoy me arrepiento de todos mis pecados y te acepto, Jesús, como mi Señor y mi Salvador. Acepto tu perdón a través del sacrificio en la cruz. Creo que moriste para darme redención y vida eterna. Creo que resucitaste al tercer día y hoy estás vivo. Anota mi nombre en el libro de la vida. Señor, entra en mi corazón y transfórmame. Te entrego mi vida.  Quiero seguirte y servirte. Amén

Si hiciste esta oración con fe… ¡Felicidades! ¡Hay fiesta en el cielo! Has recibido a Jesucristo como tu único Salvador , recuerda que si lo pediste de corazón, Dios hará cambios en tu vida.

Jesús está diciéndote: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

En un mundo donde hay tanto ruido, tantas voces, tanta información, tanta tecnología, tantas ocupaciones, tanto trajín, tanto ir y venir, debes hacer un ¡stop! Escucha a tu ser interior que necesita conectar con su Creador y el único medio para hacerlo es a través de Jesucristo. No dejes que pase esta oportunidad de creer en Él. No esperes a que sea demasiado tarde. No silencies ese clamor de tu alma que busca a Dios.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *